top of page

el ángel

Buscar

Actualizado: 23 jul 2023

El día del Sagrado Corazón de Jesús del año 2017 me consagré a Él, junto a dos amigas de la infancia.

Cuando comencé casi de forma accidental a pintar y restaurar figuras, la primera que restauré fue una pequeña réplica del Sagrado Corazón de Jesús. «SCdeJ».

El lunes 20 de junio del corriente año, por recomendación del sacerdote del Templo Expiatorio de Girona, un chico se puso en contacto conmigo para que le restaure una figura de casi un metro de alto, precisamente del SCdeJ. El 20 de junio es una fecha importante en mi calendario, que recuerdo siempre con especial nostalgia. Me recuerda que en el 2014 Iñaki recibió el sacramento de la Comunión y que juntos recibimos también el de la Confirmación (siendo yo su madrina), aquel año que vivimos en Puerto del Rosario, Fuerteventura. La figura del papa Francisco también había hecho acto de presencia por aquel entonces, ya que fue a primera hora de ese día cuando recibí la bendición apostólica para mí y mi familia. Un día inolvidable y memorable que relato con más detalles en mi libro: «Diosidencias hacia la luz».


Recibir el mensaje con las fotografías de la figura a restaurar, me hizo sospechar que algo que visualizo y por lo cual rezo con frecuencia (que tiene que ver con la pintura y la restauración) se puede llegar a concretar ya que estoy segura que Iñaki está intercediendo para que así suceda.

Junio es el mes del SCdeJ y el 24 es el día en que se lo conmemora. Fue por esa razón que una de las hermanas de la congregación que colabora en este Templo de Girona, me preguntó en esos días si podía asistir a la vigilia que se hacía después de la misa del jueves 23. Por el cansancio de la jornada de trabajo y el calor agobiante, tenía muy pocas ganas de acercarme hasta la iglesia para asistir a misa, y mucho menos quedarme un rato después. Sin embargo hice el esfuerzo y hacia allí me fui.


Para mi sorpresa, antes de que termine la ceremonia, miré hacia arriba y ví que había un corazón dibujado en una de las grandes columnas que hay a los laterales del altar. Un rayo de sol se estaba filtrando por la vidriera central que está por encima de la puerta de entrada, dibujando un corazón blanco bien definido. Rápidamente saqué mi móvil e hice la foto, porque sabía que en breves segundos o en un par de minutos, se desvanecería.


Cuando salí de la iglesia miré las imágenes y fue en ese momento cuando caí en la cuenta de que las había sacado a una hora, que solo al verla, me resultó muy familiar: 19:52. Es inolvidable, ya que minutos más o minutos menos, 19:55 es la hora que la policía que llegó hasta el lugar del accidente de Iñaki, declaró como la hora de su partida…



En estos días un SCdeJ visita mi casa hasta que lo termine de restaurar. Sin embargo lo que tengo muy claro es que estas cosas tan especiales y que tan a menudo me suceden, me restauran poco a poco mi roto corazón, pintándolo de blanco, un color que hace que me sienta día a día en paz e iluminada por su amor.

Iñaki no partió, él siempre se hace presente al principio y/o al final, porque permanece entre nosotros y no se cansa de hacérnoslo saber.

1 visualización0 comentarios

Actualizado: 23 jul 2023

La Fe se vive en carne propia, pero a veces se contagia. Por eso escribo, con esa intención de transmitir lo que siento cada vez que Iñaki hace acto de presencia.


El tercer libro: «Iñaki, una luz en la oscuridad», si bien lo terminaba de escribir hace un año, recién saldrá publicado en los próximos días. En la contraportada, en su momento escribí:

...«Demuestra también que todas las personas estamos conectadas de una forma providencial, por o para un propósito concreto. Un tipo de conexión que, una vez iniciada, no podemos ni queremos evitar».



Si bien esa divina conexión, con mi hijo es clara y constante en el tiempo desde el mismo día en que partió, lo que ocurrió este miércoles próximo pasado —27 de abril—, ratifica mi sentir.


Paso a compartirles esta emotiva y muy particular: DIOSIDENCIA.


El día anterior —o sea el martes 26—, desde la editorial SANTIDAD me confirman que el último libro ya había entrado por fin, a la imprenta. Fue entonces cuando me enviaron un par de contactos de los gerentes de la librerías San Pablo de Madrid, para organizar alguna presentación en esa ciudad.

Debo reconocer que escribir me resulta muy fácil, pero lo que conlleva dar a conocer los libros, es la parte que menos me gusta de esta misión que siento que compartimos con Iñaki. Pero así todo sabía que debía poner mis manos a la obra…


Por esa razón, a media mañana del miércoles llamé a una de las librerías, para ver si podíamos concretar una firma de libros en su local. Fue sencillo y rápido. La concretamos para el día 20 de mayo.

Una hora más tarde me dirigí a Torelló, pueblo donde hemos vivido unos años, y donde se produjo mi fuerte conversión. Tenía turno con mi osteópata, a quién conozco desde entonces pero que me atiende circunstancialmente cuando lo necesito. Durante la visita hablamos de Iñaki, a quien conocía porque su hijo había jugado al tenis alguna vez con él. Me comentó que los había impresionado mucho su partida, sobre todo a su hijo, ya que era la primera persona de su edad que lo había hecho tan prematuramente.

Hablamos sobre los libros y me dijo que le gustaría poder leerlos. Justo llevaba un ejemplar de: «Iñaki, el ángel» y otro de: «Diosidencias hacia la luz», por lo que le dejé uno del primero mencionado. Llevaba los libros conmigo porque nada más salir de su consulta tenía pensado acercarme al colegio: «Sagrats Cors» que está a solo unos 150 metros de allí. Tanto Sol como Iñaki cursaron parte de sus estudios allí, y me hacía ilusión intentar dar mi testimonio en ese colegio, por esa sencilla pero especial razón.

Así lo hice, pero no pude hablar con la directora en el primer intento. Me dijeron que volviera más tarde.

Aproveché el rato del que disponía para encontrarme con Mirta, una amiga colega de profesión que conocí gracias a la providencia. Apareció en nuestras vidas para acompañarnos en una etapa en que la necesitábamos mucho, pero gracias a Dios, pudimos mantener esta hermosa amistad a través del tiempo. Conoce a mis hijos desde que eran muy pequeños, y he tenido el placer de trabajar con ella, en la clínica de otra colega amiga: Estela, hasta que en el año 2013 nos fuimos a vivir a Fuerteventura. Alfredo, el papá del ángel y de mi Sol, trabaja en esa clínica desde hace muchísimo tiempo…


Me dirigí precisamente a allí para esperar a Mirta y saludar después de varios meses sin verlas, a las que algún día fueron también mis compañeras de trabajo. Solo estaba una secretaria nueva que no conocía, por lo que al llegar mi amiga, nos fuimos a tomar un café.

Durante la charla con Mirta, «mi amiga regalo del cielo», hablamos entre otras cosas, de la carta del papa Francisco, de una linda posibilidad, como lo es que los libros lleguen a manos de la mamá del beato Carlo Acutis, de los libros y sus próximas presentaciones en Madrid y Zaragoza. En definitiva, que Iñaki sobrevoló una y otra vez a lo largo de nuestra conversación. A él siempre le gustaba participar con breves, graciosas o sabias acotaciones cuando con Mirta las charlas se prolongaban por horas, por lo que creo no equivocarme al afirmar que en ese ratito, como la hacía antaño, nos acompañó todo el rato.

Al despedirnos, y sin comentarle a mi amiga hacia donde me dirigía, volví al colegio «Sagrats Cors» para ver si era posible concretar mi testimonio.

En recepción me atendió una monja que en los años en que mis hijos pasaron por esa institución, también hacía las veces de portera. Luego de fracasar en el intento de localizar por una línea interna a la directora, le ofrecí de dejar los libros junto a mi número de móvil, explicándole brevemente cual era mi idea.

Me contestó: «Tome asiento y espere, que iré a ver si la encuentro».

No pudo ser, pero en cambio vino acompañada de la secretaria de la directora. Luego de comentarle más o menos lo mismo que le había dicho a la monja, me sugirió que mejor enviara un correo electrónico detallando lo que le acababa de explicar. Fue entonces cuando buscó un papel donde anotarme el email de la secretaría que tiene a su cargo. Un papel de 10 x 10 cms., que en principio no era más que pequeño trozo de una hoja cualquiera de las miles que puede haber como borrador en una portería de un colegio.



Salí de allí con la satisfacción de no haber dilatado más ese claro deseo que tuve hace casi una década, cuando sentí que debía dar testimonio sobre todo, en los colegios. La falta de Fe es una constante en la sociedad en la que vivimos, y desde mi primer día de conversión sentí que transmitir lo que me había ocurrido —y en especial a los jóvenes—, era parte de la difícil misión que tenía por delante.


Antes de retomar el camino a casa, me acerqué hasta el club de Tennis donde tantos mis hijos como yo, jugamos a ese deporte. Paso obligado fue pasar por delante de aquella hermosa casa donde se produjo mi conversión y que aún hoy me despierta distintos sentimientos de nostalgia. Por esos curiosos caprichos de la vida, había un Sagrado Corazón en su puerta principal, y esta fotografía, que aún conservo por un par de divinas razones visibles a miradas bien agudizadas, da testimonio de esto que les estoy comentando.



La idea de acercarme hasta el club fue para encontrarme con una amiga que hice en aquellos tiempos y que vivía enfrente de la casa que nosotros le alquilábamos a Estela, y que como dije anteriormente, también es la dueña de la clínica donde trabaja Alfredo, Mirta, y donde durante algún tiempo, trabajé yo también.

Pasé unos minutos con mi amiga Fina después de muchos años y también tuve la oportunidad de saludar a uno de los profesores de tenis de Iñaki, por lo que de alguna manera su nombre salió, una vez más en el día, a relucir.

Volví a casa cansada, pero con la satisfacción de la tarea cumplida, y contenta por haber visto a personas que fueron importantes en mi vida y en la de mi hijo.


Al bajarme del coche, le pedí una señal a él, de que lo que había hecho en el día estaba bien, preguntándole si lo de las presentaciones y el testimonio en su colegio era lo que tenía hacer en los próximos meses. Se lo pedí mirando ese papelito que me habían entregado un rato antes, en el colegio. Al darlo vuelta encontré su respuesta: el sello de la clínica de Estela, la dueña de aquella casa donde el Sagrado Corazón de Jesús tocó el mío, cambiándolo para siempre. Ese toque celestial que hace diez años hizo que ahora mismo pueda conectar sin ninguna interferencia con el corazón de mi hijo.



Al verlo recordé las palabras del papa Francisco al contestar mi carta:

«Los caminos que recorremos en el encuentro con el Señor son siempre originales. Cada uno tiene el suyo, porque el Señor no llama y ama «al boleo», sino a cada uno, con nombre y apellido».


En Torelló hay siete clínicas dentales, 14.172 habitantes, e ínfimas posibilidades de que en ese pequeño trozo de papel hubiese algo tan conectado conmigo. También parecen remotas las probabilidades de que llegara a mis manos, si eso no hubiese estado predestinado de antemano.

Estoy consagrada al Sagrado Corazón desde junio del 2016, por lo que ese no parece ser un dato menor en toda esta divina historia.


Fue pedir, para que en un segundo después, que es lo que demoré en dar vuelta la hoja, me concedieran la respuesta.




1 visualización0 comentarios

© 2019  by María Eugenia Muñiz Torre / created with Wix.com

  • Black Instagram Icon
  • Black Facebook Icon
bottom of page