~Nos lo dijeron unos pajaritos~.
- Maria Eugenia Muñiz
- 12 oct 2023
- 4 Min. de lectura
Extraído de mi última publicación hecha el día 6 de octubre de 2023:
«Cinco años más tarde y después de todo lo vivido, cada vez que releo este texto me doy cuenta que desde el primer día, él convirtió esas palabras en innumerables y divinas certezas de que no se había ido muy lejos y que siempre seguiría revoloteando entre nosotros. A la vez evidencia que, cuando el amor es profundo e incondicional, ni siquiera aquello que llamamos muerte, corta la conexión entre las almas, sino que las hace aún, mucho más intensas».

Lo que les voy a contar a continuación demuestra que sigue revoloteando siempre, siendo en fechas puntuales, cuando su presencia se extraña más profunda y dolorosamente, que lo vuelve a hacer de formas todavía más sorprendentes y evidentes.
El 19 de septiembre, como muchos saben, es el día en que nació Iñaki. Tanto en los días en que se cumplen meses de su partida, como en el día puntual de su cumpleaños, suelo hacer alguna publicación en las redes para honrar su corta vida entre nosotros. También lo hago para mantenerlo vivo en mi memoria, como así en la de aquellos que lo han conocido, o en la de aquellos que han aprendido a quererlo a través de mis relatos.
Aquel día, al rato de compartir un video y un texto en su perfil, una amiga de Iñaki me escribe por el chat privado para contarme lo que le había ocurrido.
Resulta que el lunes 18 había estado rumiando entre sus pensamientos: ¿que día era el cumpleaños de Iñaki? Tenía la sensación de que estaba al caer pero tampoco tenía claro cuando era exactamente. Por esa razón, al ver lo que yo había compartido, se sorprendió que tan solo unas pocas horas antes hubiera pensado justo en Iñaki. Entonces al terminar de ver y leer mis publicaciones, fue cuando escuchó un sonido extraño en la sala de estar de su casa. Se dirigió hasta allí, encontrando a un pequeño pajarito revoloteando un poco desorientado, entre las cuatro paredes de ese ambiente.
Ella inmediatamente asoció la presencia del pajarito con Iñaki, como señal inequívoca de su presencia, en su casa.

Para ella y para mí —al momento de habérmelo contado—, fue una clara señal de mi hijo en un día muy especial, ya que ese pajarito tal vez tenía pocos días de vida.
Para muchos lo sucedido podría ser una simple casualidad, pero después de leer lo que tengo para contarles y mostrarles, tal vez unos cuantos se permitan cambiar de opinión.
El día domingo 8 de octubre, dos días después del quinto aniversario de la partida de Iñaki, estábamos en casa. En un momento dado, Sol que se encontraba sentada en el sillón, dice nerviosa: «¡Mamá, un pajarito se golpeó contra la ventana!». Yo me encontraba distraída, por lo que no había visto que el alado en cuestión había entrado por la ventana de la habitación de Sol y fue al buscar una salida, cuando se llevó por delante el cristal de la ventana del salón. Cayó al suelo. Al levantarlo vimos que movía levemente su pico, por lo que dedujimos que no estaba muerto. Sol lo empezó a acariciar al lado de la ventana… ¡esta vez del lado abierto!, sosteniéndolo unos minutos sobre la palma de su mano, hasta que sin más, desplegó sus alas y se echó a volar.

Fue inevitable pensar en lo que le había sucedido a la amiga de Iñaki, ya que los pajaritos eran casi iguales en forma y tamaño. También fue inevitable pensar en «el ángel» y en aquellas palabras que yo había escrito tan solo dos días antes para recordar aquellas que 5 años atrás, había leído entre lágrimas, en el funeral de Iñaki frente a sus conocidos y muchísimos amigos. Como pueden leer en la tarjeta recordatoria que se encuentra al principio de este relato, el día de su despedida fue dos días después de su accidente, el 8 de octubre del 2018.
Con esa sensación de cercanía divina, el papá de mis hijos y yo, nos fuimos a la misa de cierre de un retiro de Emaús. Un retiro que en su momento aumentó mi Fe, y que desde hace unos pocos meses, despertó la del papá del ángel.
Mientras el sacerdote decía el sermón, mi mente se dispersó. Recordé un sueño muy vívido con Iñaki que había tenido esa misma noche. Lo soñé con la edad con la que partió. Lo encontraba grande y hermoso como era, después de una búsqueda desesperada en tiempo y distancia, por lo que daba gracias de encontrarlo vivo. Lloraba y lo abrazaba… No creo que fuera casualidad que soñara con él, en la madrugada del día en que se cumplían cinco años de su dolorosa despedida. En realidad, tuve una nueva certeza de que no estaba equivocada unos pocos segundos después, tan solo al ponerme de pie ni bien el sacerdote terminó con su homilía.
Había una niña vestida de rosa, con el lápiz y un detalle en la pequeña pantalla del mismo color, sentada en el banco de adelante dibujando un pajarito. ¡Sí! a escasos centímetros de distancia y tan solo cuatro horas después de que uno muy parecido al de ella, entrara en nuestra casa...

¿Como dudar de que tenía que ver ese pajarito para tener la confirmación de que era Iñaki queriendo hacernos saber que está junto a nosotros, sin importar el lugar en que nos encontremos? Estoy segura de que estaba feliz de vernos en un día tan especial en un lugar donde solo se respira paz y Fe, y así nos lo hizo saber.
Cuando volvíamos a casa, recordé algo que había sucedido por allá en el año 2013 y que de una forma inesperada conecta, una vez más, con Iñaki.
Un pajarito se había golpeado contra una gran ventana de la casa donde vivíamos entonces. Leyendo el texto de la captura que hice de mi segundo libro: «SEÑALES» podrán deducir lo ocurrido.


Ese pétalo rosa en forma de corazón que él puso en aquella ocasión, demuestra que el amor que había en su alma, dura y perdura. Iñaki se golpeó muy fuerte su cabeza en el accidente, eso hizo que no estuviera más físicamente entre nosotros, pero eso no significa que esté muerto. A pesar del golpe está vivo en nuestros corazones, y aquel día levantó vuelo para esperarnos en un lugar donde el amor es infinito.
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